DE CÓMO ENGORDÉ BUSCANDO EL HAMBRE EN LA RUSIA SOVIÉTICA. *
POR WILLIAM H. DUPREY
MIEMBRO DE LA DELEGACIÓN DE OBREROS PARA LA URSS, MIEMBRO DE LOS OBREROS TEXTILES UNIDOS DE AMÉRICA
(AMERICAN FEDERATION OF LABOR, [A. F. OF L.].)
PUBLICADO EN 1936
DISTRITO DE AMIGOS DE LA UNIÓN SOVIÉTICA DE NEW ENGLAND
12 NEWBURY STREET, BOSTON, MASS
PRÓLOGO
Fui
uno de los doce obreros y campesinos elegidos por sus propios
sindicatos y organizaciones fraternales, auspiciados por el Grupo de
Amigos de la Unión Soviética, para visitar la URSS e informar sobre cómo
funciona en la práctica el Socialismo. William Randolph Hearst, en su
cadena de periódicos como el Boston American, el Boston Advertiser, el New York Evening Journal,
y demás, ha estado difundiendo declaraciones acerca de que en la Unión
Soviética no existen verdaderos sindicatos, de que los ciudadanos
soviéticos pasan hambre, de que la Unión Soviética está dirigida por un
dictador. Obreros y campesinos fuimos enviados allá para averiguar si
Hearst decía la verdad o mentía, para enterarnos de cómo los ciudadanos
soviéticos trabajan y se divierten, qué comen, cómo funcionan sus
sindicatos y cooperativas de producción agrícola, si tienen desempleo,
qué medidas se toman para la vejez y la discapacidad, cómo se tratan a
las mujeres y niños, y muchas otras cuestiones.
Había entre nosotros representantes de Amalgamated Association of Iron, Steel, and Tin Workers (A. F. of L.) , de United Mine Workers of America (A. F. of L.) , de United Textile Workers of America (A. F. of L.) , de Wisconsin Cooperative Milk Pool, de International Brotherhood of Electrical Workers (A. F. of L.) , de Dyers Local No. 1773, Paterson, N. J. ,
y de muchas otras organizaciones. Cuatro somos miembros del Partido
Socialista. Había un minifundista de Michigan, un pequeño productor
lechero de Winsconsin, un maestro de escuela y un doctor. Varias
nacionalidades y etnias estaban representadas: lituanos, italianos,
polacos, judíos, negros, franco-canadienses. En el grupo había católicos
y protestantes.
Fui elegido por obreros textiles, entre otros,
en una asamblea de New Bedford, Massachusetts, que fue respaldada por el
Sindicato de Tejedores, U.T.W.A. (A. F. of L.). Varias organizaciones
eclesiásticas y clubes religiosos ayudaron a completar la suma necesaria
para el viaje. Soy ayudante de operario de máquinas textiles y trabajo
en el proceso final del hilo de algodón, montando y dimensionando los
extremos antes de que vayan a los telares. Gano 16.70 dólares por
semana. Soy católico practicante, miembro activo del Partido Socialista y
ex miembro de la Guardia Nacional. Mi padre es un trabajador textil,
miembro del sindicato durante cuarenta y cinco años. Tengo ascendencia
franco-canadiense, y en casa hablábamos el inglés y el francés.
¡Cuánto he escrito sobre nosotros! Lo más importante es lo que sigue: qué fue lo que vimos en la Unión Soviética.
DE CÓMO ENGORDÉ BUSCANDO EL HAMBRE EN LA RUSIA SOVIÉTICA.
Por William H. Duprey
Marineros franceses y marineros rusos
Viajamos
en tercera clase hasta Londres en el transatlántico francés Ile de
France, y desde Londres a Leningrado en el barco ruso Cooperatzia. Los
tripulantes del Ile de France nos dijeron que todos pertenecían al
Partido Socialista Francés. Al enterarse de que cuatro de nosotros
éramos Socialistas, insistieron en que nos uniéramos en un frente unido a
los obreros comunistas, de la manera en que ellos habían hecho en
Francia. Los marineros franceses tenían que trabajar muy duro y casi no
tenían tiempo para sí mismos. La disciplina era muy estricta, los
oficiales se oponían a que los pasajeros hablaran con los marineros.
La
atmósfera en el barco soviético era extrañamente diferente. Los
marineros no saludaban a los oficiales, sino que los llamaban
“camarada”. Cuando estaban fuera de servicio, me sorprendió ver al
capitán y a los miembros de la tripulación juntos cantando con todas sus
fuerzas. Había una gran habitación común para marineros y oficiales, y
una “esquina roja” con un busto de Lenin, libros y artículos. Me
comentaron que el trabajo de la tripulación no era muy duro. Estarían en
tierra durante el próximo viaje del Cooperatzia con el pago completo
—hacían un viaje de cada dos, de manera de poder estar en casa con sus
mujeres y familiares la mitad del tiempo. Me di cuenta de que la
disciplina era estricta cuando estaban de servicio, y tanto los
oficiales como los marineros parecían competentes en su trabajo.
Leningrado
Fuimos
recibidos en el muelle de Leningrado por representantes de los
sindicatos, reporteros de periódicos y fotógrafos. Había una banda de
obreros de un taller que era muy buena. Después de los discursos en ruso
y en inglés nos fuimos a nuestro hotel y cenamos. La cena fue
excelente pero el servicio era escaso. Me explicaron que no había
suficientes camareros y la razón de esto era que tomaban otros trabajos.
Al
día siguiente visitamos la Fortaleza de Pedro y Pablo, una antigua
mazmorra para presos políticos —obreros hechos prisioneros por los
capitalistas rusos porque luchaban por sus derechos y por un gobierno
obrero. Ahora es un museo. El antiguo palacio del Zar es también un
museo —todo ha quedado como lo dejó la familia del Zar. Vi en la Unión
Soviética que los lugares históricos —antiguas prisiones, palacios,
muchas de las iglesias— se mantienen intactos, se han vuelto museos.
Sabía
que había sido mandado por los trabajadores de New Bedford para algo
más importante que visitar museos, así que los pocos días siguientes los
dediqué a investigar las fábricas textiles de Leningrado. Durante mi
estancia en la Unión Soviética me concentré en las fábricas textiles y
en los talleres de ropas, viendo con mis propios ojos cómo funcionan,
qué tipo de maquinarias usan, cómo están organizados los sindicatos y
cómo se desempeñan, los horarios, los salarios, y las condiciones de
vida de los obreros textiles y de la ropa.
Labor de detective aficionado en la Unión Soviética
Antes
de salir de Estados Unidos algunos de mis amigos me aconsejaron que no
creyera en todo lo que me contaran. “Te mostrarán solamente lo que ellos
quieren que tú veas”, me advirtieron. “Así que mantén los ojos bien
abiertos”.
Por eso fue que durante mi estancia en la Unión
Soviética realicé una pequeña labor de detective aficionado. Las
delegaciones de los sindicatos venían a informarnos sobre las fábricas
textiles que serían las más apropiadas para visitar. Después de haberles
dado las gracias con mucha amabilidad, con mi compañero delegado, Adam
Chada, un minero lituano de Pennsylvania que hablaba ruso, salíamos a
investigar las fábricas textiles que el sindicato no había recomendado.
Más tarde iríamos a examinar también las fábricas modelo. Casi siempre
viajábamos montados en tranvías. Le tiraba de la manga a Chada y le
decía: “Bajémonos aquí”. Descendíamos y nos dirigíamos a la casa de
algún obrero. Chada explicaba quienes éramos y el obrero nos mostraba su
casa. Nunca pudimos escaparnos hasta no haber ingerido una comida con
el obrero y haber bebido algún buen vino soviético. De este modo
llegamos a promediar unas seis comidas al día. En mis intentos de
encontrar una familia hambrienta en Rusia, que es de lo que habla Mr.
Hearst, gané 15 libras (6,8 kg) de peso.
Fábricas textiles en la Unión Soviética
Visité
la fábrica “La Rosa Roja” en Leningrado, que es la mayor fábrica textil
de Europa. Fabricaban productos acabados de algodón y algo de lana. En
1930 el salario promedio en la fábrica era de 93 rublos al mes. En 1935
es de 184, y muchos obreros ganan bastante más. La mayor parte del
trabajo es a destajo. No tienen relojes contadores, pero usan su propio
sistema para medir el trabajo— supervisado, habría que decirlo, por los
propios trabajadores. Las mujeres reciben igual salario que los hombres
por el mismo trabajo.
Todas las máquinas peligrosas están
protegidas. Algunas máquinas que no habríamos pensado en proteger en los
Estados Unidos (por ejemplo, las poleas de correa inferiores en la sala
de corte) están cubiertas. En la sala de tejido se cubre la zona donde
la lanzadera golpea el interior de la carcasa.
La comida de un
obrero con familia cuesta alrededor de 168 rublos al mes. Los
trabajadores pagan el 10% de su salario por el alquiler. Las cuotas
sindicales representan el 1% de los salarios mensuales.
De esta
forma, una pareja en la que ambos trabajan, tendría dinero tanto para
cubrir sus necesidades como para muchas comodidades. No cabría
preguntarse entonces por qué el 70% de los obreros de la Unión Soviética
posee cuentas bancarias.
Un tejedor de seda se ocupa de tres
telares como promedio —nunca de seis como ocurre en los Estados Unidos.
El máximo número de telares que un técnico de reparación se encarga, es
de 40 en las fábricas textiles— nunca de 100 como ocurre aquí. En la
sala de corte, cada ayudante realiza las dimensiones para su propio
operario de tejedoras, y se encarga de una sola máquina. En los Estados
Unidos un ayudante se ocupa de tres máquinas.
Descubrí que los
métodos de eficiencia se usan en la URSS al igual que en los Estados
Unidos, aunque con propósitos diferentes. En los Estados Unidos se le
pide al experto en eficiencia obtener más beneficios para los
accionistas, mientras que en la URSS la eficiencia se utiliza para sacar
más producción con el objetivo de abastecer la demanda de los
consumidores, ya que hay un déficit de textiles. El producto de este
incremento de la producción se devuelve a los obreros en forma de
salarios más altos, nuevas maquinarias, más vacaciones, etc.
Puedo decir con toda franqueza que el sistema de stretchout no se usa. Para que puedan entender aquellos que no están familiarizados con la industria textil debo decir que el stretchout
es un esquema capitalista con el cual una tarea se incrementa con el
fin de obtener la misma cantidad de trabajo mediante el empleo de un
menor número de personas y el pago de menores salarios. Por ejemplo, en
la sala de tejido, donde esta práctica es más usada, tres hombres pueden
estar ocupándose de sesenta telares, o de veinte telares cada uno. Los
patrones se dan cuenta de que no producen suficientes ganancias,
entonces despiden a un hombre, y ponen a los otros dos a ocuparse de
sesenta telares entre ellos. Esto significa un 33⅓% de incremento de
trabajo. En muchos casos se les recorta el salario y se les dice que
podrán tener muchos mejores salarios con los telares extras. Resulta
que cada obrero nunca recibe más del 10% del salario que ganaba cuando
se ocupaba de sus 20 telares originales, pero produce un tercio más que
anteriormente. Los dos obreros juntos ganan 20% más de salario—si tienen
suerte— mientras el bolsillo del patrón recibe el resto.
Condiciones de trabajo
La
iluminación en las fábricas soviéticas es excelente. Las ventanas
tienen una separación de alrededor de seis pies (1,8 m) , y miden seis
pies de ancho y ocho (2,4 m) de altura. La ventilación es tan buena que
los sistemas de ventilación mecánicos en uso son prácticamente
innecesarios. Sin embargo, las condiciones de los inodoros en las
fábricas soviéticas son muy malas. Cuando hice esta observación me
dijeron que el gobierno está dedicando millones de rublos anuales para
resolver esto.
Los obreros reciben inspecciones de salud
obligatorias dos veces al año, y cualquiera sin la salud adecuada se le
libera del trabajo y se le manda a descansar a casa, a un sanatorio o a
un hospital. Mientras tanto recibe su paga total, así como atención
médica y alojamiento gratuitos.
Tan pronto como una mujer sabe
estar embarazada se lo dice al supervisor, y si está haciendo un turno
nocturno se le libera de éste. Se le dan dos meses de vacaciones antes
de que nazca el niño, y regresa al trabajo dos meses después del
nacimiento. Mientras tanto la madre recibe la paga completa, y los
servicios médicos y cuidados hospitalarios son gratuitos. El hospital le
proporciona al bebé un equipo completo, que consiste en ropa, cama y
mantas. También la madre recibe una comida especial durante cierto
período de tiempo, antes y después del nacimiento del niño. Cada taller o
fábrica tiene una guardería. Si la madre está amamantando a su hijo se
le permite un período de lactancia cada tres horas para ir a la
guardería y alimentar al niño.
Los obreros comen en un comedor
anexo al taller que está gestionado por los mismos obreros. Los
comedores son largos y aireados, la comida es buena y su precio es muy
bajo.
Todos los obreros que no están educados asisten a la escuela que dispone el taller para sus obreros.
Horarios
Los
obreros textiles trabajan siete horas por día durante cinco días a la
semana. El sexto día es de descanso. No pueden fumar en las máquinas,
pero existe una sala de fumadores y una biblioteca. Tienen un período de
5 minutos de descanso cada hora.
Los trabajadores de hasta 18
años de edad tienen una jornada de seis horas. De estas, trabajan cuatro
horas en el taller y estudian dos, sin embargo, se les pagan las seis
horas completas. Por debajo de la edad de 18 a nadie se le permite
trabajar en el turno nocturno.
Cuando le hablé de esto a una
amiga en Estados Unidos, me dijo: “Bueno, tenemos una imagen en nuestras
mentes de esas condiciones ideales, pero ellas no corresponden a la
realidad de Estados Unidos. Yo tengo que trabajar en un taller de
algodón desde las 6 de la mañana hasta la 1:30 de la tarde. Durante
estas 7½ horas no me permiten tiempo de comida— tengo que comer mientras
trabajo.”
Estos buenos salarios, condiciones y horarios son
posibles gracias al resultado del maravilloso plan de seguro social que
tiene la Unión Soviética, y por los cuales nosotros los obreros
norteamericanos, estamos luchando duro para obtener con nuestro Proyecto
de Seguro Social Obrero —H.R. 2827.
Talleres de confecciones
También
investigué la industria costurera en la Unión Soviética. Un taller de
confecciones de prendas en Simferopol da una buena idea de la industria
costurera en la Unión Soviética. Este taller emplea 2,200 trabajadores—
tártaros, judíos, ucranianos, rusos y otras 18 nacionalidades. No existe
discriminación racial o nacional contra alguno de ellos.
El
departamento de corte de este taller trabaja dos turnos de 7 horas. Los
obreros mayores trabajan 7 horas, los jóvenes menores de 18 trabajan 6
horas. Los diseñadores ganan 600 rublos por mes. El salario de los
cortadores varía entre 200 y 300 rublos al mes.
Los salarios no
son tan altos en los comercios de prendas de vestir como en la industria
textil. Sin embargo, al igual que en todas las demás fábricas, existe
asistencia médica gratuita, las mismas vacaciones y liberaciones por
enfermedad con pago, la misma atención especial para las madres y para
los obreros jóvenes. Talleres y fábricas tienen sus propias tiendas de
víveres. Algo que noté fue la gran cantidad de frutas frescas y
vegetales que se exhibían en estas tiendas.
Las mesas de trabajo
para las muchachas obreras estaban construidas en forma de grandes
herraduras. Dentro de estas herraduras se sientan las obreras con los
codos apoyados en la mesa. El sistema de transporte se utiliza para
traerle el trabajo al obrero y para retirarlo también. De los 2,200
trabajadores de este taller solo una muchacha usaba luz artificial.
Había muchísima luz natural para el resto.
No había jefes
merodeando y diciéndole a las muchachas de apurarse o si no perdían el
trabajo. Las muchachas tampoco tenían que salir con los jefes para
mantener sus puestos de trabajo.
Aquí, como en cualquier parte de
la Unión Soviética, no había desempleo. En el momento que lo desee, un
obrero puede cambiar de puesto de trabajo. Simplemente le dice al
supervisor a dónde quiere ir y le da un preaviso con siete días de
anticipación. Entonces se le transfiere a su nuevo puesto de trabajo sin
pérdida de salario. No pude evitar hacer una comparación mental con la
incapacidad de la mayoría de los obreros norteamericanos para mantener
su empleo, ya no hablemos de cambiar de un trabajo a otro sin pérdida de
salario.
Los sindicatos en la U.R.S.S.
Los
obreros dirigen sus sindicatos al igual que dirigen su gobierno.
Durante toda mi estancia en la Unión Soviética no vi ninguna huelga o
manifestación con policías apaleando a obreros. Cuando le comenté esto a
un obrero, éste me dijo: “Cuando queremos mejoras de las condiciones,
podemos conseguirlas a través de nuestro sindicato. El gobierno es
nuestro gobierno, dirigido por nosotros a través de nuestros sindicatos,
por lo que no hay necesidad de hacer huelgas contra nosotros mismos”.
Los
sindicatos en la U.R.S.S. son industriales y no divididos por oficios.
Cada fábrica trabaja a tiempo completo, la mayoría en tres turnos de 7
horas. Los miembros de los sindicatos que muestran algún talento
particular en alguna especialidad determinada —actuación, escritura,
medicina, ciencia, investigación, etc— son liberados por los sindicatos
del trabajo en las fábricas y se mandan a la escuela o a la Universidad,
y mientras estudian se les paga. Conocí a un actor que actuó en la
película Chapaev— anteriormente era un trabajador textil como yo.
El
salario promedio en la Unión Soviética en 1932 era de 108 rublos al
mes. En 1933 fue de 198, en 1934 de 217 rublos al mes. En la medida que
suben los salarios, el costo de la vida baja. Antes de la revolución, el
salario promedio era de 27 a 38 rublos al mes. ¡Y hoy el poder
adquisitivo del rublo es tres veces mayor!
¿Cómo es posible que
el costo de la vida descienda mientras los salarios suben? En la medida
que los trabajadores en las fábricas, minas y talleres, sacan más
producción, más y mejores bienes, más riqueza social se produce. Como
resultado del aumento de la producción, más y mejores maquinarias se
pueden instalar, y los salarios se elevan. Y debido a que no hay
beneficios y no existen dueños privados de las fábricas o accionistas,
los precios bajan. La producción de las fábricas se establece para un
año determinado a través del Comisariado de la Industria Ligera, y se
basa en las necesidades de las personas del país, en los materiales que
se disponen y en la capacidad de los trabajadores para producir. El
cincuenta por ciento de las riquezas incrementadas se destina cada año
al Fondo de Condiciones de Vida, lo cual se utiliza para seguir
mejorando las condiciones de vivienda y de vida.
Un ejemplo
interesante de la manera en que los obreros están protegidos por sus
propios sindicatos ocurrió en una fábrica que visité, donde un médico
visitante descubre una obrera que se quejaba de dolores en la espalda. A
las 10 am recomendó que su banco se levantara en un pie (0,3 m). A las
11:30 el banco había sido elevado de acuerdo con la recomendación del
doctor.
Religión en la Unión Soviética
En
Leningrado me encontré con un antiguo compañero de escuela, Rev. Padre
Leopold Brim, quien había asistido conmigo a la escuela parroquial
“Sagrado Corazón” en New Bedford. Es un sacerdote católico romano, de
ascendencia franco-canadiense como yo, que vive en la Unión Soviética y
practica su fe allí. Desde luego resultaba de gran interés para mí, por
el hecho de ser yo un practicante católico y de haberme encontrado con
un amigo de la infancia que era un sacerdote católico en la Unión
Soviética.
Me dijo que el gobierno soviético no tenía ningunas
intenciones de interferir con él o con sus feligreses, ni de impedir que
practicase libremente su religión. Por supuesto que existe mucho
sentimiento antirreligioso entre los obreros, me dijo. Esto es natural,
porque, como me explicó, durante el zarismo la religión fue usada por el
capitalismo para reprimir a los obreros. Desde que los obreros tienen
ahora su propio gobierno y no existe más un gobierno capitalista, la
iglesia ha sido separada del Estado. La religión es ahora lo que debe
ser: un asunto personal. Cuando le pregunté por qué muchas iglesias se
han cerrado y han sido usadas para otros fines, me explicó que la
mayoría de la gente que sigue las doctrinas de la iglesia son personas
mayores, y que son muy pocos como para contribuir al mantenimiento de
tantas iglesias y pagar los impuestos de los bienes de la iglesia.
Primero de Mayo en Moscú
No
tengo las dotes de orador o poeta para poder describir el Primero de
Mayo en Moscú. El espectáculo de obreros libres y felices, marchando por
millones, despreocupados, cantando, ciento por ciento apoyando a su
gobierno, mientras el Ejército Rojo marchaba y aviones rugían en lo alto
para mostrar al mundo la disposición de los obreros soviéticos en
defender su gobierno; el temple de los jóvenes; las personas de 75 años o
más, que habían conocido la opresión bajo el zar, marchando cogidos de
los brazos con los niños que habían crecido bajo el Socialismo— todo eso
fue una experiencia tremenda para mi, de la cual jamás podré olvidarme.
El
Primero de Mayo en Moscú sin dudas hace de Mr. Hearst un mentiroso, así
como a sus escritorzuelos pagados, a los así llamados “Socialistas”
como Lang, Smith, Admiral Stirling, Ripley, y al resto de esa jauría. En
mis 6.000 millas de viaje por la Unión Soviética, incluyendo Ucrania,
no vi un solo caso de hambre o desnutrición, sino todo lo contrario, un
pueblo sano y feliz trabajando valientemente para construir el
socialismo. Mandamos un telegrama a los Amigos de la Unión Soviética y a
las sedes del Partido Socialista confirmando esto.
Educación
La
Unión Soviética es el único país del mundo donde a los estudiantes se
les paga mientras estudian. En todos los lugares donde estuvimos se
construían nuevas escuelas. La gente leía en cada fábrica o taller, en
los tranvías, en la calle. El día en que se publica alguna nueva novela
sobre el avance del Socialismo en la Unión Soviética, se produce una
carrera desenfrenada en las librerías, y con frecuencia, antes de que
anochezca, la primera edición completa se agota.
En Gorlooka
visité una casa de húerfanos, donde niños desde 4 a 12 años, cuyos
padres han muerto, viven y estudian. Elegí a un chico de alrededor de 11
años y lo entrevisté a través de un intérprete. Sus respuestas claras y
la aprehensión de la información me asombraron.
“¿Qué forma de gobierno preferirías tener — el de Alemania o el de la Unión Soviética?”, le pregunté.
“¿Se
da cuenta usted de todo lo que tendríamos que sacrificar si
regresáramos al capitalismo?”, respondió. “Aquí todo el mundo trabaja,
tenemos bastante para comer, ropas, y sobre todo, libertad. ¿Qué tienen
en Alemania? La opresión de la clase dominante. No hay libertad de
expresión. Existe un loco que se llama Hitler que masacra o manda a las
prisiones aquellos que discrepan de él y no aprueban su forma de
gobierno.”
Intenté ponérselo más complicado, pensando que
seguramente no sabría nada al respecto, y le pregunté: “¿Qué piensas de
Huey Long?” El chico me contestó: “Tenemos algunos Huey Longs en Rusia,
solo que aquí los llamamos por su nombre: globos. Grandes bolsas
rellenas de aire caliente.”
Cuando terminé de preguntarle,
entonces él comenzó a entrevistarme a mí. Preguntó muchas cosas acerca
de nuestros sindicatos, de las condiciones de trabajo en Estados Unidos,
y así sucesivamente. “¿Qué piensa usted de la N.R.A. (National Recovery
Administration)?”, me preguntó de repente.
Le hice un guiño al
intérprete. “Es algo bueno,” le dije al chico. “Si se pone al servicio
del trabajo vamos a obtener todo lo que queremos.”
El chico miró
perplejo y le dijo al intérprete: “O este tipo está loco, o es muy
ignorante, o simplemente se está burlando de mi. Todo el mundo sabe que
la N.R.A. es buena para una sola cosa: para incrementar los beneficios
de los dueños a costa de los obreros.”
Quiero enfatizar el hecho
de que los niños rusos, sin embargo, no son amanerados, ni están
mimados, ni son impertinentes. Son brillantes, saludables, están bien
informados y se interesan por el deporte y por los juegos. Tienen una
seguridad y un dominio de sí mismos que solo la verdadera libertad puede
ofrecerles.
De vuelta a la tierra del desempleo
Al
regreso de Leningrado por la ruta del Canal de Kiel, veíamos con
frecuencia obreros alemanes. Los saludábamos y ellos nos respondían con
el saludo nazi alargando sus brazos hacia afuera en ángulo. Luego
miraban cuidadosamente a su alrededor, llevaban lentamente sus brazos
hacia atrás y apretaban sus puños en saludo rojo a la hoz y al martillo
que ondeaba en nuestra proa.
En Londres dos cosas me llamaron la
atención: la suciedad del metro en comparación con el de Moscú, y las
multitudes de personas paradas mirando las vidrieras de los negocios, en
los cuales difícilmente alguien entraba. En Moscú las tiendas están
repletas de personas, y el gentío corre de una tienda a otra, como si
tuvieran temor de que los productos fueran a desaparecer antes de
poderlos comprar.
No hacía ni cinco minutos que me encontraba en
Nueva York cuando vi una manifestación con policías que amenazaban a los
manifestantes.
Mucho más no puedo relatar por falta de espacio.
Me hubiera gustado hablar de cómo se tratan a las 168 diferentes
nacionalidades de la URSS y la absoluta falta de prejuicios raciales que
existe; haber escrito largo sobre el Ejército Rojo y su papel en
promover la paz; de la libertad de prensa y la enorme cantidad de
periódicos y libros que se venden o se entregan a los obreros; del
maravilloso nuevo metro de Moscú, donde al dejar caer una colilla de
cigarro, recibí una reprimenda de un obrero protestándome por estar
ensuciando su metro con una simple colilla; de las nuevas casas,
escuelas, fábricas y hospitales que se construyen por todas partes; de
la maravillosa solidaridad de los obreros; de cómo me divertí con ellos
en sus días de descanso, yendo a picnics, cantando con ellos, comiendo
su buena comida, bebiendo su buen vino; de las cooperativas de
producción agrícola, en una de las cuales, después de inspeccionar la
porqueriza, nuestro delegado campesino dijo: “Diablos, aquí tratan mejor
a los cerdos que como nos tratan a los campesinos en Michigan”; de los
teatros obreros, museos, parques de cultura y descanso, y muchas otras
cosas más.
Todo lo que puedo decir es esto: HEARST MIENTE. El Socialismo funciona; lo he visto yo funcionar en la Unión Soviética.
No
aprendan sobre la Unión Soviética de los enemigos de los obreros— los
Hearts, los Langs, la prensa capitalista. Conozcan de la Unión Soviética
a partir de las publicaciones de los Amigos de la Unión Soviética, de
los hermanos de sus sindicatos, miembros de sus iglesias y
organizaciones fraternales, que han estado allá y han visto el
Socialismo en la práctica, que se han dado cuenta de que sí funciona.
*El artículo original en inglés se puede descargar en diferentes formatos desde esta página: http://archive.org/details/HowIGotFatLo ... vietRussia
19 de octubre de 2012
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